Dos escritos de Plotino Rhodakanaty [Documento Histórico]

El socialismo es la salvación de los pueblos (1877)

El socialismo, esta doctrina santa y regeneradora, este sistema sublime y consolador para el porvenir de los pueblos todos de la Tierra, y cuyo lema grande filosófico es  el “amor por principio, la justicia por base y el progreso por fin”, a pesar de sus inmensos progresos y de la saludable influencia que ha ejercido sobre las masas de las naciones, es generalmente calumniado por los que no lo conocen sino por insulsas y virulentas detracciones con que lo apostrofan sus antagonistas, atribuyéndole maliciosamente un origen poco digno de su noble y elevada misión, cuál es la de regeneración social del mundo.

Pocas veces se ha manifestado tan claramente la necesidad del socialismo en México como en la presente época en que el pauperismo, la miseria, el agio y prostitución postran y consumen la vida social de esta rica nación digna de mejor suerte, pero cuyos elementos disolventes que encierra por la desorganizadora tendencia de sus malas instituciones políticias, acusan ya su total ruina y exterminio, eliminando su nombre del catálogo de los pueblos libres y procedido su fatal destino de la bancarrota nacional.

Sólo la doctrina societaria es la única que en las actuales circunstancias puede regenerar al pueblo mexicano y salvar su autonomía, mediante ese espíritu de solidaridad cosmopolita que extiende y difunde por doquier, haciendo que los pueblos más opuestos en raza, religión y costumbres se abracen como hermanos hijos del mismo padre, y destinados a vivir en un mismo amor. El socialismo debe por lo tanto tender a establecer ese lazo fraternal de unión que hace que cada día los pueblos vayan aproximándose de más en más a su perfección social, convergiendo siempre hacia la unidad absoluta para reconstruir en el mundo la gran familia primitiva del género humano, efectuándose para México ese movimiento de evolución humanitaria que debe sacarlo del horroroso caos político en que hoy se encuentra sumergido por los diversos partidos burgueses que tanto han desviado el camino recto de sus legítimos intereses sociales.

Hoy el partido sociocrático en México está representado por La Social que es el órgano oficial del pueblo mexicano, puesto que dicha sociedad se ha abocado oficiosamente la misión de dirigir a la clase proletaria, a fin de que ésta comprendiendo sus derechos y obligaciones, pueda más tarde producir una crisis saludable en mala repartición a dudarlo, es el verdadero origen de las revoluciones que, sucediéndose sin interrupción desde hace medio siglo, han desolado al país, empobrecido al pueblo y sumergido en la más lamentable indiferencia y apatía, respecto a procurar los medios que deben hacerle alcanzar pronta y eficazmente su bienestar y felicidad común.

Los socialistas con que hoy cuenta el partido internacionalista de México, son hombres humildes, pero activos y laboriosos, y que tienen la suficiente abnegación para sacrificar su reposo y tranquilidad doméstica por la santa causa de los pueblos. Y no podrían ser de otra manera los apóstoles de La Social, porque jamás puede levantarse una protesta contra los abusos de una sociedad venal y corrompida, si no es de entre los mismo pobres que son siempre las víctimas del despotismo y de la burocracia que tanto trastorna el ritmo normal de la nación. Los reformadores de la sociedad que hoy tratamos de regenerar por medio del socialismo tendrán que combatir, es cierto, contra los poderosos, para derribar todos los privilegios y prerrogativas de su poder aristocrático y basar el país sobre nuevos principios de equidad y justicia, y cuál atletas de la santa causa práctica del Evangelio de Cristo, pero indicada su doctrina y poner en ejercicios o saludables máximas de amor y caridad tan torpe maliciosamente alteradas por las sectas religiosas Con qué tanto se han esforzado siempre en mi inculcar pueblo una resignación pasiva para que sufra con constancia los males y padecimientos que le agobia fingiendo hipócritamente que el cielo los ha enviado y que por lo tanto es un crimen el que el hombre pretenda Buscar su remedio para librarse de ellos. ¡Doctrinas criminales e impías! Que casi blasfeman de Dios, suponiéndole que se complace en la desgracia de los mortales y que los ha destinado al sufrimiento de una situación deplorable con pero sin remedio. ¡No, pueblos desdichados! ¡No, hombres todos de la tierra! Vosotros, los que gemís oprimidos por la tiranía o el hambre, por las calamidades y por la miseria, qué hay un remedio para nuestros males y cuya corazón solo depende de nuestra voluntad para que sanéis y seáis felices con porque el objeto de la creaciones en la vida, el placer y la felicidad en existencia. ¡Suponer lo contrario, pesimistas! Y la creación carece de sentido común y la naturaleza de razón y el vasto plan del universo.

Ese remedio radical de los pueblos esa panacea infalible de todos los pobres y desheredados de la fortuna y destituidos de Esperanza para el porvenir Es sobre el socialismo como doctrina Santa y de Unión fraternal que asentada sobre el Evangelio de Jesús como el primer y más grande socialista que el mundo haya producido como decía incesantemente a los hombres «Amaos los unos a los otros como Porque todos sois hermanos».

Más este precepto sublime y regenerador se haya olvidado y por eso es que los hombres todos y las naciones de la Tierra como que hacen víctimas del más terrible despotismo y son devorados por el cruel monstruo de la horrible guerra fratricida.

Un paso adelante como salvado con el ancora de la eterna verdad corriendo el hasta aquí a Los Tiranos y emancipando el proletariado del pesado yugo de los explotadores de dientes pluma qué tanto se esfuerzan en conservar las clases obreras y agrícolas, una servil y directo migración origen de su ignorancia e inmoralidad qué tan funestas consecuencias puede traer, tarde, revistas obcecados en su egoísmo pertinaz; y pero malentendido en contra de su propio interés como pudiendo aquí decir con el inspirado y elocuente Esquiros: «las clases llamadas superiores toma las llamadas inferiores lo que hubiesen sembrado: Los otros Puma ricos y privilegiados forma habéis Sembrador embrutecimiento impuestos obreros y nuestras cosechas era la comuna y deslizamiento radical de nuestra fortuna».

He aquí la profecía más clarividente del porvenir del mundo, áncora de salvación es el socialismo que debe armonizar los instintos feroces del hambre y de la miseria con su espíritu solidario y organizador entre el capital y el trabajo siempre que los capitalistas tengan la negación evangélica de dar impulso a la sociedad mediante su protección directa como a fin ponga los medios correctivos para callar el amor eterno del pueblo que sólo pide «pan y trabajo», y se le contesta «no hay».


Revolución Social (1877)

La miseria, ese azote terrible de los pueblos, ese mosntruo horroroso para la clase proletaria y obrera, hace ya algún tiempo que asoma su nefanda cabeza por entre las chozas del pobre, y amenazando a la vez expoliar con sus tremendas garras los suntuosos alcázares de los soberbios magnates, pretende desolar impía la tranquilidad y bienestar de la república.

Lágrimas y sollozos, sufrimientos y dolores inauditos, son los síntomas alarmantes de esa terrible crisis, que debe rehabilitar a la sociedad, manumitiendo al proletario de ese triste infortunio a que parece haberlo condenado la inflexible y ciega fatalidad del destino.

Nosotros estamos persuadidos del advenimiento próximo, pero necesario, de ea revolución social en México, porque sinceros y apasionados partidarios de la santa causa de los pueblos nos hemos adbocado oficiosamente la misón de ilustrar a las masas, dirigirlas por el sendero de la razón y de la justicia, excitarlas a que reclamen sus derechos conculcados por la tiránica férula de sus dominadores, atender sus quejas, consolarlas en el hogar y enugar el eterno llanto de su desgracia, envolviendo su descarnado y macilento porvenir, no en el negro sudario de la resiganación, sino en la bandeja roja de su transfiguracion social.

La rehabilitación del género humano por medio del socialismo, es el cumplimiento exacto y perfecto del Evangelio, cuyo espíritu es la claridad. Todo el tema de la Biblia es obtener la felicidad del pueblo por medio del sacrificio de la revolución. La libertad de los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto y de la cautividad de Babilonia, no fue sino la figura, o el tipo de La Social, que Jesucristo, esto es, la filosofía popularizada, derramaría por todo el mundo.

Ninguna ofrenda, ningún holocausto podían ser suficientes para satisfacer a la justicia divina, ultrajada por la infracción del preconcepto impuesto a Adán, sino tan solo la oblación de que mismo Verbo de Dios se encarnase, y revistiendo nuestras humanas miserias, se sacrificase como víctima de expiación, pues aquí tenemos bien simbolizada la situación de la sociedad actual en que ninguna promesa de los gobiernos, ninguna apariencia de caridad de los ricos por medio de sus conferencias filantrópicas de San Vicente de Paul, ni ninguna reforma limitada y precaria por parte de los congresos, son capaces de satisfacer ni cubrir las necesidades del pueblo, ni de mejorar en nada su tristísima posición sino sólo la “revolución social” en cuyas aras sacrosantas tienen que ser inmoladas muchs víctimas heroicas, para reivindicar la justicia ultrajada de las masas del pueblo, que no exige ni riquezas, ni comodidades superfluas y que sólo pide “pan y trabajo” para sostener su vida y da impulso por medio de la industria, a la ley eterna de progreso que dbe hacer cambiar de época en época la faz de nuestro globo.

Gobiernos y aristocracia tienen que ser absorbidos en ese gran archipiélago social, a la manera de [que] nuestra personalidad viviente e individualizada en un organismo, desaparece a su vez o se confunde en el seno inmenso e infinito de la sustancia única, aunque multiforme, del Universo.

En el nuevo orden de cosas, hoy que [la] idea social tiene que liquidar los intereses de la aristocracia, tiene también la precisa necesidad de sustituir la jerarquía de los poderes políticos, la organización de las fuerzas económicas, y sustituir así a la forma impotente de gobierno, la idea de “contrato”, que es la única que pueden admitir los seres libres e iguales.

Tal es la última expresión de la escuela socialista después de sus ensayos falasterianos, de su concurrencia emulativa en las sociedades obreras, de su organización del trabajo, y de su libertad colonial societaria, puesto que para el obrero toda protección sobre su industria implicaría coacción y todo gobierno en el pueblo regenerado sociocráticamente sería sinónimo de esclavitud y de la más monstruosa desigualdad, porque las masas de los hombres libres no necesitan de tutores ni padrastros, sino de amigos y colaboradores de su futura felicidad.

¡Callen pues los diversos partidos de la burguesía, sofoquen sus vanas e insulsas promesas de libertad y de reforma esos demagogos del pueblo, que sólo se han escudado con el nombre sagrado de la democracia, y pertrechado con los derechos del hombre, para expotar la credulidad pública de la nación! Cesen ya de pregonar sus brillantes teorías los economistas políticos que nada han podido hacer para mejorar la condición de los pobres y difundir la riqueza pública entre todas las clases de la sociedad.

Eliminad de vuestros textos hasta la palabra justicia, porque con vuestra udea de utilidad en el sentido que la tomáis, nunca podréis adunar el derecho ni el deber filosófico con la moral social. 

Aristocracia del dinero, entidades políticas y gubernamentales, genios financieros, reformadores religiosos, preparaos a la lucha social porque se ha arrojado ya el guante a la miseria, se ha oprimido al desgraciado, y aquellos que por su poder o por su influencia podían remediar tantos males no han hecho más que pronunciar palabras consoladoras y promesas que no han tenido la dignidad de cumplir siquiera por el alto puesto en que se hallan encumbrados. La miseria hoy recoge el guante del desafío y la víctima maldice a su verdugo que podía haber evitado ese conflicto ¡Más no importa!, la justicia pronto se hará escuchar y por órgano de sus mismos partidarios acérrimos con que hoy cuenta la santa causa de los pueblos, el mundo debe de experimentar una completa transformación social, que los que del horroroso caos político en que hoy yace sumergido sin esperanza alguna de salvación.¡Ea! nuestros queridos hermanos socialistas de Puebla, vosotros los que difundís por vuestra ilustrada Prensa las brillantes doctrinas progresistas enunciadas por [Eugenio] Pelletan, a vosotros los que aspiráis al bello ideal de la sociocracia para la regeneración humana, La Social os saludo fraternalmente , y desea vuestra solidaridad para trabajar de consumo por la sacrosanta causa de la Humanidad. Vuestro hermano, Plotina C. Rhodakanty.


*Ambos textos fueron transcritos del libro: Rhodakanaty, P. C., & Mata Rivera, J. de. (2001). Pensamiento socialista del siglo XIX. UNAM, Coordinación de Humanidades.

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