Del movimiento por la Justicia Global a los Fridays for Future – Jorge Tadeo Vargas

A mediados de la década de los noventa comenzaba a darse un movimiento global que Ernesto Zedillo, presidente de México en el sexenio, 1994-2000 bautizo como globalifóbicos, aunque los distintos colectivos y/o organizaciones que participaban en él se referían con el termino Altermundista que expresaba mucho mejor lo que se estaba gestando en esos años. Un movimiento global que además conjuntaba una diversidad de luchas, ideologías y resistencia.

En esos años es que se formo el Movimiento por La Justicia Global e inicia una etapa de lucha muy interesante donde el altermundismo y “perseguir” cumbres oficiales (ya fueron de gobiernos, de la OMC, el FMI entre otros) comenzó a ser parte de las agendas de las organizaciones, ya fueran estas de base u ONGs con una fuerte presencia del Sur Global. De Seattle en 1999 con el quiebre de la reunión de la Organización Mundial de Comercio hasta el Foro Social Mundial desde el primero hasta el 2004 que fue el ultimo que tuvo relevancia, los movimientos locales lograban tener una presencia global, o al menos eso parecía, pues justo en Seattle, en la conocida batalla contra la OMC hasta el 2004, el altermundismo era una convergencia de muchas ideas y formas de resistencia que mantenían estas reuniones con el ojo mediático encima, no solo por las discusiones oficiales, sino por las acciones de calle.

Con el paso del tiempo esto fue cambiando por varios factores que se fueron presentando, de los cuales para este texto me gustaría resaltar tres que en lo personal me parecen fundamentales para que el altermundismo comenzara a entrar en declive hasta casi desaparecer.

El primero fueron los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York en el 2001; la paranoia con el tema de la seguridad fue tal que sirvió de pretexto para reforzarla y tomarla en contra de los grupos de activistas que viajaban a las cumbres o foros alternativos, generando que estas actividades tuviera menor participación global dejando la mayor responsabilidad a los grupos locales, con lo que aumentó la represión, dándose un ajuste en las acciones pasando de grandes concentraciones a acciones más locales, algunas muy efectivas otras no pasaron de ser intentos de mantener al movimiento global vivo. Lo que pasó en Génova, Italia, el 2001 con el asesinato de Carlo Giuliani y la eventual represión a los activistas en la cumbre del G8, así como la represión en mayo del 2004, en la ciudad de Guadalajara, México, en la tercera cumbre del ALCUE son los ejemplos más significativos. A menor cantidad de activistas globales, los locales pasaban a estar en el ojo represor del Estado, dando así un fuerte golpe a todo el Movimiento por la Justicia Global.

Otro punto a destacar fue lo que en su momento la activista Arundhaty Roy previno que pasaría: las marchas, las llamadas anticumbres se fueron convirtiendo en el circo político al exterior de las cumbres oficiales; digamos que el miedo causado en la Batalla de Seattle del 99 mutó hasta convertirse en parte del espectáculo mediático donde los objetivos reales se fueron desvaneciendo, donde el altermundismo paso a ser un alterturismo y las batallas en las calles se convirtieron en un espectáculo callejero (represión incluida) desdibujando el trasfondo político y las razones de salir a las calles. Se fue perdiendo el objetivo y con esto la mejor arma del Movimiento por la Justicia Global fue perdiendo el filo.

Las protestas al perder visibilidad también perdieron fuerza, convirtiéndose en parte del espectáculo mediático, sin tener incidencia en las cumbres oficiales, el movimiento de a poco en esos años se convirtió en un circo, el 2004 puede ser el ultimo año donde desde el Foro Social Mundial se trató de retomar el espíritu de lucha de finales del siglo XX. Las marchas y las anticumbres se fueron desdibujando en objetivo e incidencia.

El tercer punto que destacar, que en lo personal me parece que fue el más significativo, fue el espejismo que se creo alrededor de los gobiernos de izquierda en el Sur Global y como estos comenzaron a capitalizar a su favor esta parte de la diversidad ideológica del movimiento. Con esto, además de financiar a muchas de las ONGs transnacionales las agendas se fueron modificando. Ya no se veía a todos los gobiernos como lo que son: cómplices de las corporaciones transnacionales y parte de un sistema de clases sustentado en un modelo de producción-consumo lineal, privatizador, extractivista, frases como el “el derecho al desarrollo” pronunciada por Evo Morales mostraba el quiebre, donde las posturas más radicales o los movimientos más críticos como fue el caso de los anarquistas o antiautoritarios fueron siendo marginados, algo que no había pasado en los primeros años de altermundismo. La horizontalidad que en un primer momento había sido clave para el éxito de las resistencias que tenía como eje rector la justicia global se fue perdiendo. Incluso acciones como las que llevaba a cabo el bloque negro para la protección de los manifestantes se vieron como algo negativo. Se comenzó a dar un quiebre entre las distintas organizaciones que participaban en estas acciones globales.

Este es para mi el punto de inflexión más importante para el Movimiento de la Justicia Global que por más de una década se mantuvo como un espacio horizontal, incluyente, de lucha hasta ir perdiendo fuerza y desdibujarse como un referente de resistencia. Los ideales que se englobaban en la frase “ese otro mundo posible” se mantienen, pero las formas de lucha cambiaron, perdiendo de cierta manera ese espacio llamado altermundismo construido por muchos otros espacios que a la larga nos pasaron factura.

El declive de un movimiento global como lo tenia el altermundismo no es algo del todo negativo, al contrario, al ir perdiendo fuerza los movimientos globales, pero manteniéndose el descontento local, una vieja/nueva forma mantuvo el espíritu de ese otro mundo posible en alto, solo que las resistencias se plantearon desde lo local a impactar en lo global. Lo que en un inicio eran marchas, anticumbres, manifestaciones allá donde los gobiernos y las corporaciones transnacionales se reunían a discutir el futuro del capitalismo, paso a ser acampadas, acciones directas locales, visibilizando aún más como estas afectan a los pueblos, a las comunidades. Una nueva generación de activistas que de cierta forma mantuvieron la idea horizontal y diversa del altermundismo en su forma de actuar comenzó a tomar protagonismo.

Más allá de una critica a los resultados obtenidos por estas acciones es importante rescatar que las resistencias mutaron hacia nuevas formas de accionar. La Primavera Árabe, el 15M, los Indignados, el YO soy 132 y aquellos movimientos más cercanos al anarquismo o a ideas anticapitalistas como las que se dieron en Grecia, o los Occupy en Estados Unidos que tuvo en la representación de Wall Street en la ciudad de Nueva York mantuvieron esa esperanza de resistencia, de lucha. Ese otro mundo posible se mantenía, sin embargo, ahora se planteaba desde lo local, recogiendo aquella frase de uno de los fundadores de una de las ONGs transnacional más importantes y de las que no ha sabido transitar lejos del apoyo de la izquierda electoral. La frase se modificó, ahora era actúa local incide globalmente. Eso fueron estos movimientos de inicios del siglo XXI. Los resultados que obtuvieron o que tan eficaces fueron estas acciones dan para otro texto que no será este, sin embargo, el mundo tuvo un cambio después de ellos, ni Wall Street, ni las corporaciones volvieron ser los mismos, claro, la democracia partidista, electorera se aprovecho de ellos y por muchos lados salieron oportunistas que ahora engordan las filas de los partidos políticos.

En el 2009, el cambio climático finalmente entró en la agenda socio-ambiental y la Conferencia de las Partes de la ONU sobre cambio climático, conocida como COP en su quinceava edición, celebrada en la ciudad de Copenhague, Dinamarca, convocó a un incipiente movimiento global por la justicia climática que se desboco en las calles de esta ciudad, donde cientos de los llamados activistas por el clima, desde diferentes ideologías, dejaron clara su postura que se resume en una frase que fue estandarte de este movimiento por muchos años: “cambiemos el sistema no el clima”. En la COP15 el sentimiento altermundista de fin de siglo nos hizo pensar a muchos que estábamos retomando el camino perdido, tal vez porque ese lugar fue de reencuentro y la felicidad nos llevó a emocionarnos de más o realmente nos estábamos preparando para eso después de los movimientos de inicio de siglo.

Este sentimiento para la COP 16 celebrada en Cancún, México ya había perdido vigencia, en un inicio todo indicaba que se podría conseguir algo, ir juntos, sin embargo no fue así, en México, la división entre organizaciones, principalmente ONG profesionales se vio evidenciada y el rompimiento se dio desde meses antes, tal vez la red anarquista Rising Tide, que a diferencia de las redes financiadas logró al menos tener una presencia mediática fuerte de protesta, las demás ya estaban dentro de la dinámica que ha venido dándose en los últimos años, foros, charlas debates, sin confrontar de forma activa las cumbres oficiales. En Cancún los tres espacios “ciudadanos” no hicieron más que evidenciar el rompimiento entre los movimientos sociales dejando claro que no había mucho que hacer, podían estar financiados por el Norte Global, pero acá en el Sur, los protagonismos, el ego de ciertas personas no dieron la oportunidad de romper la COP oficial con lo que se comenzaría un movimiento mucho más fuerte, horizontal, no cooptado que fue lo que termino pasando. Incluso teniendo participación en los foros oficiales.

La COP, la cumbre oficial se ha ido posicionando como el espacio de negociación entre el Sur, el Norte y las corporaciones transnacionales, es donde se cabildean los programas a poner en marcha para que el comercio bajo el cambio climático se mantenga sin problema. Es justo desde ahí donde se preparan las estocadas al capitalismo tardío y darle paso el neo-feudalismo con la dictadura de la tecnología siendo el arma más afilada del sistema. El movimiento global de justicia climática por otro lado reprodujo exactamente los últimos años altermundistas, convirtiéndose en un espectáculo externo, pero a la par del oficial, en esa disidencia light que sirve para legitimar lo que el modelo de producción-consumo y el sistema de clases van haciendo, al final la agenda los convierte en cómplices de este colapso climático producto de la crisis socio-ecológica que vivimos actualmente.

Para la COP 20, celebrada en Lima, Perú el rompimiento entre muchas redes de activistas climáticos era más que evidente, especialmente entre las redes locales compuestas principalmente por grupos y organizaciones de base y las ONGs transnacionales de las cuales muchos tomaron el discurso del grupo de gobiernos de izquierda (principalmente en Latinoamérica) del “derecho al desarrollo” y una idea errónea de la autodeterminación de los pueblos desde la lógica de gobierno occidental, es decir pervirtiendo conceptos y formas de vida desde su idea supuestamente progresista. El intento de incidencia de las redes globales se volvió nula, se mantiene el alterturismo, pero sin la incidencia del Movimiento de Justicia Global.

El Movimiento por la Justicia Climática había durado menos que cualquier otra iniciativa en el pasado. Es más que evidente que las corporaciones (mismas que patrocinan desde años la COP oficial) habían ganado y el colapso climático había iniciado antes de poder incidir en contra de él. El cabildeo y los gobiernos cómplices no se sentían amenazados por los activistas del clima. Tal vez el ultimo intento de lograr algo fue la Marcha por el Clima celebrada en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos en el 2014, donde un millón de personas más las que se sumaron en todo el mundo, como lo hicieron en las marchas contra la guerra de Irak años antes tomaron las calles, al menos para mostrar que aun se tenía algo de fuerza. Aquí cabe recalcar que las actividades que se hicieron desde el Occupy Wall Street con una fuerte presencia antiautoritaria, anarquista es lo más rescatable para el movimiento global para la justicia climática, por el hecho de que mantuvieron su idea de acciona local, incide global. Este fue el ultimo momento donde el altermundismo se vio presente en una acción de este tipo. Fue digamos el último suspiro.

Después del 2014, hubo un silencio donde los medios retomaban el tema del cambio climático cada noviembre previo a la COP dándole un espacio a las organizaciones que desde el propio sistema eran críticas, mismas que son las que terminan organizando las anticumbres o lo que queda de ellas, hasta que en el 2018, una niña sueca de nombre Greta Thunberg salto a la fama gracias a una actividad que inicio ella sola afuera de la escuela y que llamaba “Huelga por el Clima”, así de pronto y casi por generación espontanea (o con financiamiento de la Open Society Foundation) es que esta actividad cobra fuerza mundial dando paso a un movimiento con muchas características de ONG llamado Fridays  for Future  que con una visión muy del Norte, sin critica real al capitalismo y sus mutaciones tomaron los medios de comunicación convirtiéndose en los nuevos referentes de la justicia climática.

Cualquier idea de cambio, cualquier sentimiento de cambiar el sistema se fue diluyendo a la par de que Greta y su grupo se iban posicionando, el espectáculo había rebasado cualquier logro de los movimientos anteriores, el espectáculo era totalmente del sistema y tenía en estos jóvenes a sus mejores exponentes. No había critica real, ni plataforma política, solo un montón de quejas sin contexto. Era claro que había injusticias climáticas, pero estas comenzaron a ser tratadas desde una condescendencia muy ad-hoc del sistema.

A la par de los Fridays for Future, que fue sin duda el referente post pandemia con respecto a cambio climático, viejos conocidos, activistas por la justicia global, por el clima, principalmente en el Norte con mucha presencia de activistas de la red Rising Tide comenzaron a realizar una serie de acciones directas no violentas que llamaron la atención de los medios a nivel global. Bajo el nombre de Extintion-Rebellion tomaron las calles, sin ser un movimiento de masa y mucho más enfocados en ir creando ruido para que mediáticamente tomaran en cuenta lo que tenían que decir. E/R parecía ser la respuesta radical a los FfF y a las ONGs transnacionales que seguían (y siguen) viviendo de su activismo climático.

Al final también fueron consumidos por el sistema convirtiéndolos en un espectáculo sin forma, las acciones directas pasaron a ser propiedad de las financiadoras por lo tanto ya se tenían una agenda y un compromiso que cumplir y aunque en el Sur se trató de vender desde una radicalidad inexistente pronto los eventos que realizaba Fridays for Future eran en colaboración con Extintion/Rebellion, perdiendo así el hilo de lo que se buscaba, cuestionar las causa raíz de la crisis climática y la búsqueda de la justicia local para conseguirla de forma global. Esto es algo que se viene advirtiendo desde el 2004, el riesgo de que los movimientos se conviertan en lo que ahora son, parte del circo mediático que va de la mano con las reuniones oficiales (de cualquier tipo, aunque las COPs son de las que reciben mayor cobertura). No podemos olvidar que hay victorias de estos movimientos, no todo ha sido agrio en el andar, sin embargo, el enemigo nos leyó mejor que lo que nosotros lo hicimos con ellos y ante el colapso socio-ecológico estamos un tanto perdidos, sin saber por dónde deberíamos de enfrentar el camino hacia el neo-feudalismo.

Los movimientos globales han sido cooptados desde hace algún tiempo y ahora responden a las agendas del sistema, esto es evidente en cada COP, no hay acciones anticapitalistas, mucho menos antiautoritarias y/o anarquistas (aquí habrá que hacer una critica a los anarquistas que no ven la importancia de involucrarse en estas actividades) es pues una simulación, muchas veces financiada por el propio sistema, por las corporaciones que también patrocinan la cumbre oficial, donde aquella frase que dijo John Zerzan al ser cuestionado por las acciones directas que los anarquistas realizaron en la Batalla de Seattle diciendo “esto no es lo que hacemos, si quieren saber qué hacemos visítennos cuando no estemos ocupados causándole pavor al sistema en su propio juego” se ha desdibujado por completo, desconociendo por completo que más allá del alterturismo está la acción comunitaria.

Aquí quiero repetir algo que es parte de mi mantra y que lo seguiré repitiendo hasta el final. Demasiados paseos con el diablo terminan por comprometer tu alma. O aceptamos que la radicalidad es necesaria o seguiremos jugando el juego del sistema.

Octubre 2022*Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia

2 comentarios sobre “Del movimiento por la Justicia Global a los Fridays for Future – Jorge Tadeo Vargas

Deja un comentario