De la justicia climática a la justicia alimentaria – Jorge Tadeo Vargas

Aunque los factores para que la justicia alimentaria no sea posible en este sistema de clases están todos relacionados con el mercado económico que se sustenta en el modelo de producción-consumo. A esto también debemos de sumarle el clima, que en las últimas décadas se ha vuelto impredecible, con estaciones anuales erráticas, factores que debemos de tomar en cuenta cuando hablamos de justicia alimentaria, por lo tanto, la crisis climática actual esta afectando -y lo continuará haciendo- todo el tema alimentario y agrícola en el mundo.

Antes de entrar de lleno a cómo esta crisis climática afecta a la agricultura -incluida la agroindustria- debemos de tener claro lo que significa justicia alimentaria, que no es sino el proceso por el cual tenemos derecho al acceso a alimentos saludables, cultural y ecosistemicamente apropiados, que provengan de una agricultura justa y sostenible.

Esto quiere decir que para alcanzar esta meta se debe ir modificando los patrones de producción capitalista, como lo es la agroindustria -incluido el tema pecuario- así como los patrones de consumo. Tanto uno como el otro son sinérgicos, por lo que no se puede pensar en alcanzar la justicia alimentaria cambiando uno solo de este conjunto de patrones de conducta, tanto colectiva como en lo personal.

Es importante señalar que el modelo agropecuario industrial hegemónico actualmente genera aproximadamente el treinta porciento de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) del total que se arrojan a la atmosfera, esto debido a la suma de por un lado el uso de agrotóxicos (fertilizantes y plaguicidas sintéticos) los desechos orgánicos de los animales, a los que no se les da el tratamiento adecuado, junto con una alimentación inadecuada y un hacinamiento en el que se encuentran, además de la distribución y el uso de combustibles fósiles en todo el proceso.

En este treinta por ciento no entra ni el gasto energético, ni el cambio de uso de suelo que se da para aumentar la producción agropecuaria, que podemos traducir en la devastación ecosistémica que conlleva la agroindustria. Aquí hablamos de un dieciocho por ciento más.

A esto tenemos que sumarle todos los impactos en la salud ambiental y humana, que van desde la producción hasta el consumo, teniendo repercusiones tanto en lo local como en lo global, por lo que queda más que claro que desde este sistema de clases no podremos alcanzar una verdadera justicia alimentaria y a riesgo de ponerme redundante, no podremos avanzar hacia una transición verdaderamente justa en ningún tema relacionado con justica y derechos.

Mientras este sistema prevalezca y sus falsas soluciones de final de tubería sean por las que se apuesten, estamos permitiendo que el capitalismo tardío en todas sus formas vaya mutando hacia un neofeudalismo tecnócrata que pone en riesgo a la naturaleza y a millones de personas que están siendo desplazadas de forma forzada, refugiados ambientales, vulnerados en todos sus derechos, con lo que cualquier acción que tenga un efecto nocivo en los ecosistemas, afecta ya de forma directa a las poblaciones humanas que son violentadas en su patrimonio biocultural, comúnmente llamados territorios.

Es importante recalcar -de nuevo- que este modelo agropecuario industrial es el principal devastador de ecosistemas a nivel global -además del mayor consumidor de agua- por lo tanto su influencia negativa trasciende más allá de la crisis climática, siendo uno de los principales responsables del colapso socio-ecológico en el que estamos desde hace al menos veinte años y donde el cambio climático es la causa más visible afectando de forma directa, no solo a la justicia alimentaria per se, sino a muchos alimentos que están en riesgo de desaparecer si mantenemos este modelo de producción-consumo funcionando como lo hacemos a la fecha.

 La perdida de alimentos va más allá de que no tengamos la oportunidad de disfrutarlo, tanto en el sentido del gusto como por sus valores nutricionales, también están presentes la perdida de empleos, una mayor desigualdad, desplazados, perdida de flora y fauna, así como un factor importante a mencionar dentro de esta crisis socio-ecológica, pues estos alimentos -algunos más que otros- han generado severos impactos en los ecosistemas haciendo modificaciones muy drásticas a las cuales la naturaleza se ha adaptado, por lo que ya son lamentablemente parte del hábitat, sin embargo estos alimentos que en su mayoría provienen del Sur Global ya han dejado una enorme huella ecológica-climática y que sus mayores consumidores son en el Norte, factores que hay que tener en cuenta.

Sin que sean los únicos, pero si de mucha importancia, comencemos a numerar algunos de estos alimentos que están en riesgo de desaparecer y sumar al colapso del capitalismo tardío.

El primero a mencionar es el chocolate, que según datos del Centro para la Agricultura Tropical (CIAT) para el 2030, la reducción de la producción del cacao, fuente principal del chocolate, será del ochenta por ciento, lo que encarecerá su producción y consumo, mientras desaparece por culpa de las condiciones climáticas. Cabe mencionar que a pesar de que el cacao es de origen americano, actualmente, más de la mitad se produce en Costa de Marfil y Ghana, dos de los países africanos más afectados por la crisis climática y las altas temperaturas.

Por otro lado esta el café, que desde la pandemia provocada por el COVID ha entrado en un estado de escasez en el cultivo, sumado a afectaciones a los polinizadores por afectaciones en el clima, podemos esperar una disminución considerable y progresiva en los próximos años. Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de continuar esta tendencia para mediados de siglo, la reducción de cultivos de café será mayor al ochenta por ciento.

El plátano es otro alimento en riesgo, al igual que la mayoría de las frutas con hueso, los cereales que ya están siendo afectados y que se prevé que las afectaciones y su reducción de cultivos aumente en la próxima década.

Hay mas ejemplos de alimentos que están en riesgo de desaparecer por el cambio climático, principalmente por el calentamiento global que ya esta comenzando a dar señales de afectaciones, con el aumento de las temperaturas y de los fenómenos naturales que son cada vez más frecuentes e intensos impactando no solo a la agroindustria -que está asegurada y sus pérdidas económicas son mínimas- sino a cientos de miles de familias que practican la agricultura ahora llamada familiar y/o artesanal y que son quienes tienen en sus manos las herramientas para las medidas de adaptación ante la crisis socio-ecológica y todo lo que se viene con ella.

Desde la Vía Campesina como una de las organizaciones globales más importantes y que aglutina a cientos de organizaciones campesinas en todo el mundo, se ha declarado el como la agricultura familiar ES la solución para la crisis climática y es entendible que lo sea pues considerando la aportación de la agroindustria a los GEI, una reconversión de la producción y el consumo dan como resultado una reducción de estos gases a la par de que se recuperan ecosistemas y territorios. Es ir avanzando hacia una justicia alimentaria como un factor importante en las medidas de adaptación a implementar para hacerle frente a la crisis. Es fácil. Justicia alimentaria más justicia climática igual a transición justa y sostenible.

Vía Campesina propone siete principios para lograr la justicia alimentaria. El primero es alimentación como un derecho humano, segundo, reforma agraria desde el principio de que la tierra es de quien la trabaja. Tercero, protección de la naturaleza (enfoque ecosistémico con los cultivos y las formas de cultivar). Cuarto: reorganización del comercio de los alimentos, priorizando lo local por lo global, con esto en mente es que el quinto propone globalizar la lucha contra el hambre para así avanzar al sexto que habla de la paz social y como ultimo el control democrático de la agricultura familiar.

Con base en esta propuesta, esta red global pretende logar una verdadera justicia alimentaria. De entrada me parecen buenos principios, todos ellos perfectibles, sin perder de vista que la defensa de los territorios debe tener una base fundamental en la agricultura y los ecosistemas, es decir, las decisiones se toman desde las comunidades y no desde las redes y ONGs globales, para así avanzar en acciones climáticas de adaptación, donde la agricultura familiar, campesina, biodiversa y biocultural, con enfoque ecosistémico, que reconozca las condiciones climáticas, es por un lado una forma inteligente y comunitaria de producir alimentos, a la par que sirve como defensa de la naturaleza y las poblaciones más vulneradas. Es pues en resumidas cuentas una buena forma de hacerle frente al colapso que se avecina y a la mutación capitalista en este neofeudalismo tecnócrata que avanza sin retroceder mientras continúa devastando ecosistemas y poniéndonos en jaque.

Mayo, 2023

Desde el exilio en Ankh-Morpork.

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.

En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas

2 comentarios sobre “De la justicia climática a la justicia alimentaria – Jorge Tadeo Vargas

Deja un comentario